jueves, 16 de julio de 2020

Un poema recuperado de Wenceslao Alpuche



                                                      Jorge Cortés Ancona
Aunque fue un poeta de obra breve, la poesía de Wenceslao Alpuche (Tihosuco, 1804-Tekax, 1841) abarca temas diversos y aspectos dignos de remarcarse. 
La primera edición de sus “Poesías, seguidas de una noticia biográfica y algunas observaciones”, de Alpuche se hizo en 1842, en la Imprenta de  L. Seguí, con una noticia biográfica de Vicente Calero Quintana. Antes se había publicado un prospecto al cuidado de Justo Sierra O’Reilly en el que se anunciaba esta próxima edición con el fin de “dar a luz todo lo que contribuya a su buena reputación literaria (…). Tal vez al empeño que se ha tenido en indagar y recoger las producciones del Sr. Alpuche, se habrán ocultado algunas de las que, sin duda, ocuparían un lugar preferente en esta colección que va a imprimirse”.
Se hizo una nueva edición de la obra con el mismo título y contenido en 1887, a cargo de Pastor Urcelay, y una edición más reciente en 1995 a cargo de Rubén Reyes Ramírez, dentro de la colección La Huella del Viento, de la UADY, sin incluir la noticia biográfica pero sí una contextualización histórico-biográfica del poeta de Tihosuco. En esos dos últimos casos las composiciones y el orden son los mismos que señaló Calero Quintana: poesías patrióticas, poesías eróticas y poesías de otro género.
Arturo Taracena en su libro De la nostalgia por la memoria a la memoria nostálgica (Cephcis UNAM, 2010) sugiere que quizá hubo poemas que no se incluyeron en la compilación póstuma, debido a que la forma de organización interna de la antología fue concebida por Calero Quintana evitando “cuestionar el estatus de México como nación. En su papel de editor, consideró que estaba obligado a ‘desnudarla de toda idea que contribuya a hacer odioso el nombre del otro’. En pocas palabras, había suprimido algunos de sus versos. ¿Cuáles? Posiblemente, nunca lo sabremos”.
Como ya se preveía en el prospecto de Sierra, hubo composiciones que quedaron inéditas y a las ediciones de las poesías de Wenceslao Alpuche habrá que agregar en lo futuro un poema más, titulado “A un personaje”. Este texto aparece como “Composición inédita de D. Wenceslao Alpuche” en la página 286 de Mosaico. Periódico de la Academia de Ciencias y Literatura de Mérida de Yucatán, Tomo I, tercera entrega, diciembre 10 de 1849, editado por Joaquín Castillo Peraza.
Aventuro, sin muchas bases realmente, la hipótesis de que el poema esté dedicado a Valentín Gómez Farías, exiliado en Nueva Orleans en 1835 por conflictos derivados de la política de Antonio López de Santa Anna, que también se vio obligado a salir del país. Gómez Farías regresó a México en 1838, bajo el gobierno de Anastasio Bustamante, aunque al poco tiempo tuvo que exiliarse de nuevo, luego de ser aprehendido acusado de conspiración.
Cabe señalar que tal vez en el lapso en que Gómez Farías estuvo de regreso en México antes de ser apresado, Alpuche haya tenido una reacción visceral que lo llevó a escribir este poema donde se percibe el enojo, pensando en que se había alineado políticamente con Bustamante o con López de Santa Anna, que no gozó de buena reputación en Yucatán y cuyas decisiones políticas provocaron que el estado se separase temporalmente del resto del país.
Es probable que por su condición de invectiva política este poema no haya sido incluido en la compilación original, pero aquí lo ponemos de relieve 170 años después de haberse publicado. A diferencia de cómo aparece publicado en Mosaico, actualizamos la ortografía, presentamos los primeros versos en minúscula conforme corresponda a la continuidad de las frases y separamos la composición haciendo explícita su distribución estrófica, en este caso liras.

A un personaje
Cuando la patria amada 
temiendo que a tu nombre la devaste
una facción airada,
dócil abandonaste, 
y en sus aras su bien sacrificaste,

en ti un Catón severo 
el angustiado Anáhuac divisaba, 
y el universo entero
que tu acción contemplaba 
sublime, en tu destierro te admiraba.

Mas hoy, que el llamamiento 
¡oh mengua! obsequias del atroz tirano
que te lanzó sangriento
del suelo mexicano 
que debieras regir con justa mano,

y vuelas presuroso 
sin que tu propio pundonor lo estorbe 
a darle el cetro odioso 
que a la nación encorve,
ya no te admira, te desprecia el orbe.                                                                                           

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