jueves, 16 de julio de 2020

50 años de El obsceno pájaro de la noche



                                 Jorge Cortés Ancona

El obsceno pájaro de la noche, de José Donoso, publicada originalmente en 1970, es una novela atípica dentro de la narrativa latinoamericana, a pesar de que integra muchos elementos característicos de la misma.
Novela muy original en su tema y estructura, pero deudora de la tradición realista de La Celestina, Quevedo y Pérez Galdós. También algo le debe a la tradición de los escritos sobre conventos. Por lo demás, integradora de mitos indígenas, de guiños literarios latinoamericanos (en un breve momento alguna descripción casi al estilo de García Márquez, en uno o dos pasajes reminiscencias de Carpentier y de Rulfo, también algo del subgénero de las tradiciones) así como de la narrativa fantástica inglesa y alemana.
La novela es coherente en su condición poliédrica a la vez que cerrada, dispuesta en giros de caracol. Narración que podríamos llamar enclaustrada en sus hechos y reiteraciones. Desde otra perspectiva, un laberinto que da pie a una indeterminación, como parte estructural en correspondencia con el espacio y el tiempo, además de la imbricación del escritor frustrado Humberto Peñaloza, que escribe partes de la misma novela.
Su ensamblaje realista, fantástico y de brujería integra como personajes a monjas, mendigos, locos, fenómenos, prostitutas y miembros de una aristocracia en decadencia. Por sus suplantaciones de personajes, dobles, döppelgangers, nahualismo, puede leerse en clave realista, alegórica, o en su literalidad integradora de lo fantástico.
Entre tantos motivos, se ponen de relieve las condiciones de la paternidad y la esterilidad, sobre todo en el vínculo de Jerónimo de Azcoitía con Boy, el hijo deforme, degeneración no deseada, que se corresponde con la degeneración de la clase aristocrática. Asimismo, es antecedente de la moda narrativa actual acerca de la monstruosidad y la deformación humana así como de las operaciones que transforman al ser humano.
Mitos mapuches se integran al relato general, pero de modo espontáneo, natural, sin alardes ni intenciones indigenistas o reivindicativas y más bien como parte de la cultura mestiza chilena. La cultura popular se hace presente en la pasión de Iris Mateluna por el Gigante, en realidad cualquier hombre metido en una cabeza publicitaria (o botarga, como le llamamos en México), por su afición a que le lean las novelas de Corín Tellado y los comics debido a su analfabetismo o por sentirse identificada con una estrella de cine y pedir que la llamen Gina.
Igualmente, alegoría intemporal de la decadencia de un viejo orden político y social, de una oligarquía donde se alían la Iglesia y el poder político, como se ve en las maniobras del padre Clemente y del padre Araoz, en la represión moral y sexual y en la manipulación histórica de las genealogías a través de la invención de una santa conveniente para el rancio prestigio familiar.
No obstante haberse reeditado a lo largo de 50 años El obsceno pájaro de la noche no ha sido una novela popular, tan resonante como otras de los tiempos del boom latinoamericano, a pesar de sus virtudes literarias, de sus temas peculiares y de su llamativo título proveniente de una cita de Henry James incluida como epígrafe. Sin embargo, es una obra tan obsesiva y tan inusual que su proceso de escritura llegó a producir graves daños en la salud de José Donoso.

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