Jorge Cortés Ancona
El
obsceno pájaro de la noche, de José Donoso, publicada originalmente en 1970, es una
novela atípica dentro de la narrativa latinoamericana, a pesar de que integra
muchos elementos característicos de la misma.
Novela muy original
en su tema y estructura, pero deudora de la tradición realista de La Celestina,
Quevedo y Pérez Galdós. También algo le debe a la tradición de los escritos
sobre conventos. Por lo demás, integradora de mitos indígenas, de guiños
literarios latinoamericanos (en un breve momento alguna descripción casi al
estilo de García Márquez, en uno o dos pasajes reminiscencias de Carpentier y
de Rulfo, también algo del subgénero de las tradiciones) así como de la
narrativa fantástica inglesa y alemana.
La novela es
coherente en su condición poliédrica a la vez que cerrada, dispuesta en giros
de caracol. Narración que podríamos llamar enclaustrada en sus hechos y
reiteraciones. Desde otra perspectiva, un laberinto que da pie a una
indeterminación, como parte estructural en correspondencia con el espacio y el
tiempo, además de la imbricación del escritor frustrado Humberto Peñaloza, que
escribe partes de la misma novela.
Su ensamblaje realista,
fantástico y de brujería integra como personajes a monjas, mendigos, locos, fenómenos,
prostitutas y miembros de una aristocracia en decadencia. Por sus
suplantaciones de personajes, dobles, döppelgangers, nahualismo, puede leerse en clave
realista, alegórica, o en su literalidad integradora de lo fantástico.
Entre tantos motivos,
se ponen de relieve las condiciones de la paternidad y la esterilidad, sobre
todo en el vínculo de Jerónimo de Azcoitía con Boy, el hijo deforme,
degeneración no deseada, que se corresponde con la degeneración de la clase
aristocrática. Asimismo, es antecedente de la moda narrativa actual acerca de
la monstruosidad y la deformación humana así como de las operaciones que
transforman al ser humano.
Mitos mapuches se
integran al relato general, pero de modo espontáneo, natural, sin alardes ni
intenciones indigenistas o reivindicativas y más bien como parte de la cultura
mestiza chilena. La cultura popular se hace presente en la pasión de Iris
Mateluna por el Gigante, en realidad cualquier hombre metido en una cabeza publicitaria
(o botarga, como le llamamos en México), por su afición a que le lean las
novelas de Corín Tellado y los comics debido a su analfabetismo o por sentirse identificada
con una estrella de cine y pedir que la llamen Gina.
Igualmente, alegoría
intemporal de la decadencia de un viejo orden político y social, de una
oligarquía donde se alían la Iglesia y el poder político, como se ve en las
maniobras del padre Clemente y del padre Araoz, en la represión moral y sexual
y en la manipulación histórica de las genealogías a través de la invención de
una santa conveniente para el rancio prestigio familiar.
No obstante haberse
reeditado a lo largo de 50 años El
obsceno pájaro de la noche no ha sido una novela popular, tan resonante
como otras de los tiempos del boom latinoamericano, a pesar de sus virtudes
literarias, de sus temas peculiares y de su llamativo título proveniente de una
cita de Henry James incluida como epígrafe. Sin embargo, es una obra tan
obsesiva y tan inusual que su proceso de escritura llegó a producir graves daños
en la salud de José Donoso.
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