Jorge Cortés Ancona
“La Puta Patria” es un poemario que en su mismo formato adquiere una condición heroica. Libro de caja, o más bien plaqueta de folios sueltos, en tamaño carta y con cinco poemas y una presentación que no tienen desperdicio. Cinco poetas: Leandro Calle, Julio Castellanos, Néstor Merigo, Claudio Suárez y César Vargas, con una crónica del historiador Osvaldo Bayer y una ilustración de Alfredo Echavarrieta.
Empiezo citando el primer párrafo de la breve crónica de Bayer, respetando su puntuación: “República Argentina, Patagonia, año 1922. El 10º. de Caballería a las órdenes del Teniente Coronel Varela ha terminado su faena, el resultado: 1500 obreros fusilados. Los soldados descansan en Puerto San Julián, provincia de Santa Cruz; se decide premiarlos enviándolos por tandas al prostíbulo del pueblo, conocido como casa de tolerancia “La Catalana”, cuando llegan los primeros soldados, la Madama les informa que las pupilas se niegan a recibirlos y que ella no puede obligarlas, los soldados intentan entrar por la fuerza y es entonces cuando las prostitutas armadas con escobas y palos los expulsan al grito de “¡porquerías!” “¡asesinos!” “con asesinos no nos acostamos”; han tomado partido por los huelguistas, han cerrado sus piernas como un gesto de rebelión (…).
Los poemas tienen la característica de exaltar las virtudes de sus personajes de referencia, una condición ditirámbica, que a veces asume un tono narrativo, en otras de plegaria o de canto de dolor compartido, pero siempre con un sentido de respeto entrañable. Es loable que estos cinco poetas de la Córdoba argentina recuerden líricamente ese acto de conciencia social y valentía, demostrativo de que la heroicidad también campea en los burdeles.
Al recordar a estas humildes mujeres –tres de ellas argentinas, una inglesa, otra española- de un prostíbulo de la región más austral del continente, en la Patagonia, que se niegan a servir a los asesinos a costa de su propia integridad física, nos dan a conocer una de las historias de rebelión poco o nada conocidas que se extienden a lo largo de Nuestra América.
Los cinco poemas, todos en verso libre, son claros, directos, cada uno con su estilo propio, pero todos con la carga emocional que hace salir a flor el gesto heroico. Este gesto se evidencia en el final del breve poema de Leandro Calle “María Juliache” (Porque al grito de asesinos / alcanzaste del orgasmo su raíz más precisa. // María Juliache, española / solamente de rodillas puedo decir tu nombre).
A su vez, Julio Castellanos emplea el monólogo dramático en “Maud Foster en Puerto San Julián, febrero de 1922”, con un eco de la “Antología de Spoon River”, de Edgar Lee Masters. (“Supe por entonces que vendrían / los otros, vencedores; / los que dispararon sus armas inclementes. // Vaciados de sí, llegaron buscando algún descanso. / También eran como niños, pero crueles; condenados a aniquilar su propia sangre”).
El sentir ético admonitorio se aprecia en “Amalia Rodríguez”, de Néstor Merigo. (“Entre el desierto y el mar, qué raro que una exista, / y este viento que no acaba nunca, que apenas sí fui una santa, / y el torbellino de rostros y de escenas, que apenas sí fui una santa, / que no hay nitrato de plata que alcance, ni en la palangana de la luna, / ni lavajes / que enjuaguen la pulcritud de un asesino”).
Claudio Suárez, por su parte, percibe los olvidos y las herencia de la historia en “Angela Fortunato (“Al sur de la vergüenza / separada todavía por el desamor de la historia / queda el linaje de tu nombre, los muertos multiplicados / y el terror y la fiebre de una cama torturada. / Volvías de la muerte, con la memoria ciega / y el corazón abierto”).
Y cierra el poemario con la plegaria de César Vargas en “Consuelo García” (Dispara sobre el frío / sobre los uniformes / de esta patria maldita. / No dejes de disparar / tu NO, tus escobazos, / que el crimen retrocede / ante la furia de tu sexo, / que resucita el aire, la justicia, / enséñame a ser hombre / puta mía, / dame el amor / dame la risa / y quítame las armas / de las manos”).
Infamias y sangre regada innecesariamente, historia que no parece tener fin, en la emotiva reverberación de estos poemas.
(La publicación impresa lleva el sello de Ferreyra Editor y se puede acceder a los poemas, en PDF, en el sitio http://www.cba.gov.ar/imagenes/fotos/la_puta_patr
jueves, 22 de marzo de 2012
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