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Una imagen amplia y coherente de la obra literaria y
cultural de uno de los poetas más profundos de México se manifiesta en el libro
En la orilla del silencio. Ensayos sobre
Alí Chumacero.
Esta compilación de varios autores está organizada en
cuatro partes y ocho textos: una presentación general, a cargo de Manuel Iris; la
sección “Pensamiento olvidado”, de acercamientos biográficos como crítico y
editor, a cargo de Ignacio M. Sánchez Prado e
Iván Trejo; “Diálogo con un retrato”, enfocada en las percepciones de la
poética del autor, donde participan Lorena Ventura, Jorge Aguilera López y Eva
Castañeda Barrera; y “La forma del vacío, dos interpretaciones temáticas
provenientes de Marco Antonio Rodríguez Murillo y Agustín Abreu Cornelio. En
síntesis: visión general, contexto, ideario poético y hermenéutica.
En este abordaje múltiple se rompe el mito de
pobreza de la obra breve. Hay una idea de que vastos conjuntos permiten
entender una trayectoria y generan mayor profundidad, pero como lo demuestra la
literatura hispanoamericana, hay autores de escasos textos, a veces de uno solo
y no necesariamente bien escrito, pero que han merecido ser estudiados por su
aportación. Lo efectuado por Chumacero es una obra suficiente en la cual la
palabra “rigor” es un lugar común para caracterizarla.
Manuel Iris analiza los valores de esta obra y hace
referencia a los prejuicios, a la vez que sintetiza la conceptualización
poética de los autores de este libro, consolidando la coherencia de la
arquitectura de este libro. En los tres ensayos de “Diálogo con un retrato” se habla
de Chumacero y a la vez se hace una reflexión acerca de la poesía en general.
Se analiza la idea de “forma” que el autor ha hecho explícita en sus propios
poemas y ensayos, e igualmente el hecho de la narratividad y de hablar de
referentes comunes de situaciones domésticas, como reflexión que integra
elementos esenciales y concluye en una imagen inamovible, detenida en el
tiempo.
Lorena Ventura al hablar del último de los tres libros
del poeta nayarita, indica que “exige la colaboración del lector para
desentrañar un sentido que –de tan velado, de tan simbólico- tiende a perder
toda relevancia para la existencia de los poemas como tales” (p. 46), y en gran
medida este conjunto de ensayos contribuye a clarificar la significación de la
poesía completa de Chumacero.
Entre esa aproximación clarificadora se hallan los hechos
arquetípicos que se sitúan en una tradición y el recorrido implícito por sus
incorporaciones poéticas, como señalan Rodríguez Murillo y Abreu Cornelio al
tratar las fuentes del Infierno, de Dante así como el tema órfico y la
asimilación de Rilke. Consideran ante
todo la forma del vacío en su complejidad y no el vacío de la forma, que en un
retruécano vendría de buenas a primeras.
Nacidos entre 1978 y 1986, en un repaso de una
generación hacia un poeta epónimo de otra, seis de estos ocho autores son también
poetas que hacen uso de medios académicos sin perder su capacidad de
comprensión lírica. Todos ellos hacen posible un libro lleno de inteligencia y
de adentramiento en la poesía, además de demostrar respeto, voluntad de
comprensión, admiración. Tienen conciencia clara del hecho lírico y del recurso
metódico para lograr ensayos de base académica y no muestrarios metodológicos
como ocurre en tantas compilaciones, a menudo caprichosas y parciales. Gracias
a ello, han concretado una percepción integral de la obra del autor nayarita.
Además, trazan líneas para observar las percepciones
del estilo y tema de poetas de la franja temporal en que se sitúa Chumacero y a
futuro habrá que percibir afinidades, recurrencias, como un conjunto con
contornos definidos, en poetas que con el tiempo se van pareciendo. Buscar los
enlaces del poeta nayarita con Paz, Bonifaz Nuño e incluso con el Alfonso Reyes
de Ifigenia cruel.
Como dato extra, recuerdo que en alguna entrevista Chumacero
mencionó que escribía en promedio un poema al año. Si es que así fue, entonces
desde 1956 hasta su muerte ocurrida en 2010 habría entonces unos cincuenta
poemas más, suficientes para otro libro. ¿Existirán esos poemas?
Manuel Iris y otros: En la orilla del silencio. Ensayos sobre Alí Chumacero, Conaculta,
Col. Tierra Adentro No. 462, México, 2012, 124 págs.
La cultura y la literatura maya han sido retomadas
de muchas maneras por autores que han vivido dentro de la propia área
geográfica o de otras latitudes. De ahí han derivado interpretaciones imaginativas
procurando transportarlas a la época actual. La lista es amplia y abarca
diversos géneros y países.
Una de las menos promisorias en su origen aunque no
en sus resultados es el proyecto de ballet que culmina el relato “Vallejo”, del
escritor nicaragüense Sergio Ramírez. Este texto de 1992-1993, incluido en el
libro “Catalina y Catalina”, tiene un carácter autobiográfico, de la primera
mitad de los años 70 cuando el autor vivía en Berlín con su familia. Un
personaje locuaz y desaliñado, músico para más señas, de apellido Vallejo
–peruano, con todo y el apellido poéticamente ilustre- llega a su vida para
pedirle que le escriba un guión para un ballet basado en alguna cultura
originaria de América.
Con la mirada resignadamente humorística que da la
distancia ante este suceso, Ramírez cuenta los avatares de esa labor, los
desengaños que sufre y la dificultad de emprender una tarea que nunca había
realizado antes, para colmo con un tema que le era ajeno. Por distintos
factores eligen el Popul Vuh, en la versión de Adrián Recinos. A causa de los azares
verbales y asociaciones significativas, el Libro del Consejo deviene en Libro
del Pueblo en inglés o en alemán: “People’s book, Volksbuch, Popol Vuh, libro del pueblo, libro
popular, bromeé yo, bromeó él esa noche en el Renault al entregarle la edición
de Recinos y el libreto; a lo mejor no descendíamos de los mongoles sino de los
germanos; nuestras lenguas madres aparentaban estar emparentadas”
El resultado, sin embargo, es un texto titulado “El
árbol de las cabezas (Resumen de un argumento dramático para ballet”, que sirve
de colofón al divertido cuento testimonial. Su argumento gira en torno a los
dos gemelos Huhnahpú e Ixbalanqué y los sufrimientos de sus hermanos y la lucha
contra los dos gemelos malignos. Resumen muy preciso en su lectura, pero que
deja dudas en su efectividad para adaptarse al ballet, ya que nunca se montó y
sólo tuvo la revisión técnica del impredecible Vallejo.
Convertir en ámbito visible lo que se describe
verbalmente es tarea difícil. El hábil narrador Ramírez debe describir
escuetamente los dos niveles en que transcurre la historia: “Plataforma
superior A: casa sin fachada, visible su interior; lateral der.: troje de maíz;
al frente, campo de juego de pelota” y la “Plataforma inferior B: palacio sin
fachada, con atrio, visible su interior; al frente, campo de juego de pelota;
en el lateral izq., la casa de los tormentos”. También hace las acotaciones de
rigor para luces, vestuario y trucos escénicos.
Pero de esta adaptación –como tal obligadamente
sintética- es de remarcar su interpretación social, pensada en la tarea del
pueblo para acabar con los tiranos. En esos años setenta, Ramírez, sin que lo
mencione, tenía la opresiva referencia de la dictadura de Anastasio Somoza
Debayle, y sin necesidad de mencionarlo hacia ahí va el mensaje final de este
proyecto de ballet.
Luego del engaño que emplean para cortarles la
cabeza a los dos tiranos “la comparsa de secuaces, los felinos carniceros y la
comparsa de anunciadores de muerte, los búhos mensajeros, quieren ponerse en
fuga. Pero el pueblo que llena el palacio, les copa todas las salidas,
arrebatándoles sus lanzas y atravesándolos con ellas”
Hecha esta acción de establecimiento de la justicia
y convertidos los gemelos buenos en el sol y la luna, “subieron también con
ellos los miles de asesinados por los señores de Xibalbá, los despedazados en
los caminos, los sacrificados, los atormentados, los enterrados vivos, todos
los desaparecidos. Y así se volvieron compañeros de aquellos Hunahpú e
Ixbalanqué y se convirtieron en las innumerables estrellas del cielo (…)”.
Interesante esta pervivencia del mito transportado a
la realidad que laceraba a Latinoamérica en esa época. En la situación que vive
ahora el pueblo mexicano no es para nada distante el sentido de la adaptación
hecha por Sergio Ramírez.
Po
Así como pienso que la historia
de la literatura mexicana debe ser reescrita desde el siglo XIX, procurando
solventar con una rigurosa investigación y análisis minuciosos las malas
interpretaciones, las omisiones, los saltos voluntarios e involuntarios, las
negaciones injustas y sus errores, pienso que se requiere hacer un repaso claro
y preciso de lo acontecido en la literatura de la Península de Yucatán de 200
años a la fecha como parte de un proceso cultural complejo que nos permita
entendernos como sociedad en estos complicados tiempos.
Para ello se requiere de una
tarea de conjunto y de una labor por períodos específicos así como por temas y
autores de modo particular. Un trabajo en bloque y otros de manera más concreta,
pero que se relacionen estrechamente entre sí. Por supuesto que gracias a las
carreras relacionadas con la literatura y la lingüística se han logrado
importantes avances en ese sentido. Y a este ejemplo de concreción corresponde
el libro de Rosely E. Quijano León, titulado “Los olvidos de la literatura
yucateca de principios del siglo XX: Pedro I. Pérez Piña”, publicado por la
Secretaría de la Cultura y las Artes con apoyo del Conaculta.
En este libro conocemos la vida y
obra de un médico y escritor yucateco, autor de una producción literaria que
sólo ha sido publicada en parte, prácticamente sin reediciones. Es un escritor
poco conocido, a pesar de que una de sus novelas, “Atavismo”, fue reconocida en
España y se publicó en Barcelona por la editorial Cervantes, con prólogo de
Pedro F. Rivas y portada de un diseñador gráfico español de nombre Arturo
Ballester. En dicha portada, una pareja vestida a la moda de la época contempla
la Pirámide de Kukulkán en Chichén Itzá.
Rosely Quijano realizó una amplia
investigación documental así como de campo para construir la biografía y el
contexto, procurando un enlace estrecho de ambos aspectos con la obra de Pérez
Piña. Efectuó esta investigación para su tesis de licenciatura y ahora hace los
ajustes necesarios a dicho trabajo académico a fin de que pueda ser un libro al
alcance de todos. El texto es claro, con nutrida información y capacidad
analítica. Además, se acompaña de un conjunto de fotografías relacionadas con
la vida del escritor progreseño y de tablas que permiten conocer las
producciones literarias de los escritores yucatecos de esos tiempos.
La autora se enfoca en
presentarnos la biografía de Pérez Piña, considerando de igual manera el
entorno social en que se desarrolló su obra y el contexto cultural de la época
en Yucatán y en Progreso. De manera general, ese contexto incluye los grupos
literarios y sus tertulias, las publicaciones que llegaban al puerto, las que
se producían ahí mismo, el teatro que se desarrolló y diversiones públicas como
el cine.
A menudo la evaluación de una
obra literaria se centra en la relación con su tiempo. Si se hallaba o no a la
par o a la avanzada de las transformaciones de la literatura en períodos
cronológicamente similares o cercanos. En el caso de Pérez Piña nos
encontraríamos con una situación de diferencia, si tenemos como puntos de
referencia las literaturas europeas y norteamericana donde se practicaban modos
narrativos emparentados con la vanguardia, pues aún seguía los pasos de una
tendencia de la cual sólo quedaban saldos y que es la del naturalismo derivado
de Émile Zola. Este es un mero hecho comparativo, ya que cada región tiene su
propio desarrollo cultural, con diferentes características y distintas
preocupaciones.
Lo importante es que Pérez Piña
trata de entender situaciones de esta región y logra descripciones muy precisas
de hechos y costumbres. Que también trata un tema muy raro en la literatura
mexicana de esos tiempos y de varias décadas posteriores que es el de las
drogas como problema social. Si ahora es un tema tratado hasta la saturación,
en esos años de 1929-1930 era algo muy raro en la literatura mexicana.
En este 2013 en que conmemoramos el
bicentenario de la llegada de la imprenta a Yucatán se hace necesario conocer las producciones impresas que se han realizado
en distintas poblaciones yucatecas y en este caso las de Progreso son de
indudable importancia. Los proyectos efectuados por Pérez Piña con la revista Juventa junto con el hecho de aglutinar
a literatos y cronistas de Progreso para animar la producción intelectual del
puerto son muestra de un trabajo colectivo para la proyección social de la
literatura.
Destaco el hecho de que don Pedro
I. Pérez Piña fue tronco de una tradición cultural familiar que ya lleva cuatro
generaciones y cuyas aportaciones son muy importantes para la literatura, el
teatro y la música. La obra de la maestra Nilde Pérez de Palma, Wílberth
Herrera y sus hijos Andrea, Pedro Carlos y Juan Roberto son las pruebas
demostrativas.
Este libro de Rosely Quijano León
debe motivar a la investigación acerca de otros escritores yucatecos de
principios del siglo XX y de las demás épocas. Asimismo, constituir una pauta
para valorar las propuestas culturales que se han generado en los municipios
distintos a Mérida, en especial la amplia aportación hecha por el puerto de
Progreso en sus poco más de 140 años de existencia. Necesitamos romper con el
aplastante centralismo de Mérida y llenarnos de aire fresco asumiendo que
también en otras zonas de Yucatán se ha hecho posible la construcción de esto
que se llama cultura yucateca.
Esperamos pronto efectuar una
presentación de este libro en Progreso y deseamos de todo corazón que esta
investigación contribuya a fomentar el orgullo por las producciones culturales
progreseñas y yucatecas. Que sea un aliciente para reconstruir nuestras
historias regionales y municipales.
Quijano León, Rosely E.: “Los
olvidos de la literatura yucateca de principios del siglo XX: Pedro I. Pérez
Piña”, Secretaría de la Cultura y las Artes-Conaculta, Mérida, 2013, 163 págs.