miércoles, 19 de marzo de 2008

Murania
Jorge Cortés Ancona
Una obra en la que se traspasan (y se traslapan) fronteras y destinos es el libro Murania, de Alejandro Pérez Cervantes (nacido en Saltillo, Coahuila, en 1973). Aunque este libro obtuvo el Premio Nacional de Cuento Joven Julio Torri en el 2006, en realidad es una novela estructurada en base a cuentos que se vinculan intertextualmente conformando un entramado donde las historias se entrelazan. Su estructura y estilo se inscribe en esa tendencia de emplear otras escrituras para conformar una novela, como si estuviera deshilvanada aun cuando posee una compactación evidente, muy a la manera de Vila-Matas o de Piglia.
El libro se divide en dos partes. En la primera se hace la biografía de siete personajes de distinta índole, nacidos en distintas fechas y lugares pero cuyas vidas se van vinculando de modos directos e indirectos aun cuando no se conozcan entre sí todos ellos.
A los siete se agrega en el medio a ese misterioso invento que es “Murania”, con una evocación lírica de los significados que pudiera tener. El nombre Murania, lleno de resonancias como “muriendo”, “Urano”, “urna”, “umbral”, “muro” (p. 54), es una “palabra mágica”, revista de un número único, un lugar inexistente, “una utopía forrada de hierro”, una canción folk, una palabra tatuada en el brazo de Allison O’Brien o grabada en letras góticas en un cenicero de cristal y mucho más. Es el vocablo que atraviesa por el entramado de este libro y contribuye a su unidad. (Es de señalar que en Internet aparecen, entre otros, una marca de pinturas, un apellido y un videojuego con ese nombre).
En la segunda titulada “Breviario del desvarío” se hace una especie de diccionario de los mismos siete personajes anteriores más otros nueve más. El primer personaje del que se habla en el libro es Lauro Zavala, quien también cierra el breviario y por consiguiente todo el libro. Su nombre es homónimo del conocido estudioso mexicano del cuento, lo cual es seguramente un guiño literario.
En el breviario es de notar cómo de los 16 apellidos se brinca de la A (dos personajes) hasta la O y de ahí en adelante. Las biografías van desde 1842, en que nace Tashunka Witko “Caballo loco” hasta el 2033, en que muere Luciano Almaguer, y hay otras fechas a futuro, como si se escribiera en un tiempo pospuesto.
Los personajes de esta obra desempeñan diversas funciones: cantantes, obreros, escultores, escritores frustrados, etc. Todo transcurre en diversas partes de México y de Estados Unidos. Todos traspasan sus límites culturales: un negro gigantesco que canta canciones de tex-mex, un polaco que hace una escultura colosal de un indio sioux, un pocho que muere en Torreón, un escritor convertido en judicial, personajes que nacen en un país y fallecen en otro. Otras alusiones juguetonas son la búsqueda que hace Luciano Almaguer de su padre Vulcano Almaguer –muy opuesta a la que hay en Pedro Páramo, empezando porque uno es “páramo” y el otro “volcánico”, si bien aquí todos ya tienen su fecha de muerte–, el “narrador chiapaneco, miembro del grupo Motín de Espigas” (o sea, Eraclio Zepeda y la Espiga Amotinada) y los cantantes norteños gays acribillados por el narcotráfico.
Los sitios y hechos son de lo más variopinto: un hospital psiquiátrico, los bares, la violencia racial y de género, el mundo de la fama efímera, los proyectos desaforados, los sueños, el campo y las montañas, grandes ciudades norteamericanas y mexicanas a la vez que pueblos pequeños de ambos países. Los sucesos históricos son también diversos, en los casi 200 años en que transcurren estas vidas de callado heroísmo. La cultura popular flota siempre a través del ambiente de la música.
Hay mucha tristeza en las historias, dentro de la confrontación de los deseos y afectos profundos y los golpes de la realidad. Los destinos parecen seguir formas caprichosas, sin ceder a la voluntad humana. Es una construcción muy fragmentada que después, cuando el olvido se ha impuesto, tendrá que ser reconstruida a través de la búsqueda real y en la memoria. En ese entorno pesimista también campean mucha ironía y toques de humor negro, en una prosa directa y muy fluida en su lectura.
Pérez Cervantes, Alejandro: Murania, Conaculta-Instituto Coahuilense de Cultura, Fondo Editorial Tierra Adentro No. 331, México, 2007.

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